México, Brasil, Estados Unidos, República Dominicana o cualquier otro punto del globo terráqueo son destinos posibles para Leonardo Cano. Además de ser una pasión, el karate es para el tucumano la plataforma de lanzamiento que lo ha llevado alrededor del mundo con apenas 26 años.
Cuando no está haciendo el check-in en algún aeropuerto, Leonardo se dedica a su vida como profesor de Educación Física, a la que dentro de poco elevará a la categoría de licenciado. “Estoy terminando la tesis”, revela el luchador, que en algún momento amagó con apuntar para el lado de la ingeniería en computación o el diseño gráfico.
Leo comenzó a transitar por el “camino de la mano vacía” (tal es la traducción del karate do) desde muy temprano. “Empecé a los ocho años, aunque hubo una pausa de tres años antes de ingresar a la facultad. También jugué al fútbol, por lo general de mediocampista, y fui campeón con mi clase ‘87. Y además hice tenis y gimnasia”, enumera el hombre, de personalidad inquieta. Hasta tiene un gimnasio: “Halterados por el deporte” (cabe aclarar que no se trata de un error de ortografía, sino de una referencia a la halterofilia o levantamiento de pesas olímpico).
Leo, que desde los 21 representa a Argentina en combate, fue uno de los ganadores más claros de los premios LA GACETA. “Fue mi mejor año. En 2013 ganamos por primera vez el oro por equipos en el Paramericano de Buenos Aires, donde también conquisté el bronce en individual. En Brasil y República Dominicana también terminé en el podio. Cerré el año con el oro en el Intercontinental de México, así que más no puedo pedir”, agradece.
Pero que haya sido su mejor año sólo le impone una vara más alta que superar en el futuro. “Sueño con competir en un Mundial, y si se diera esa oportunidad, terminar al menos en el podio. Y también estaría bueno participar en las exhibiciones olímpicas. Pero quiero ir de a poco”, se impone a sí mismo, con la calma espiritual que el karate le ha enseñado.